¿Ves esa estrella brillante en el cielo? Por Maryelin Andreína Araujo Moreno
- ccomuniacionescrit
- 1 ago 2022
- 3 Min. de lectura

Aunque ya mi mente está borrando los pocos recuerdos que tengo de él, no quiero olvidarlo. Me da pánico no recordar sus caricias, sus abrazos, su voz. Por eso, cada noche pienso en cómo era conmigo, y les digo a las personas que tuvieron la dicha de conocerlo que me hablen de él. Así podré recordarlo siempre, sin importar el tiempo que pase. Su partida dejó un hueco inmenso en mí.
Ese día era un día tan normal, un día como cualquier otro en el que íbamos juntos a hacer el mercado. Si hubiera sabido que era el último beso y el último abrazo, jamás lo hubiese soltado. ¿Quién se lo iba a imaginar? Nunca estamos preparados para algo tan común como la partida de este mundo.
Lo que sí puedo recordar a la perfección es cómo me sentí ese día. Como siempre, la indecisión jugaba conmigo. Sin embargo, elegí irme a la finca con mi abuela. Entonces hice mi maleta, le di un beso enorme a mi papá y me fui. Al llegar a la finca, pese a la compañía de mi abuela, me sentía sola. No tenía la costumbre de dejarlo ni de separarme de él. Recuerdo que mi abuela recibió una llamada tras la cual lloró angustiada. No me dijo qué sucedía. Esa noche me sentí muy nostálgica, pero pensé que solo era por el cambio de hogar.
Al día siguiente, notaba que mi abuela seguía preocupada, y yo más porque no sabía lo que ocurría. Así pasaron las horas hasta que llegó el atardecer. Sin esperarlo, escuché un grito de dolor que procedía del baño: era mi abuela. Fue inexplicable lo que sentí. El grito sonó tan conmovedor que me hizo llorar aun cuando no sabía qué estaba pasando. En ese momento, mi abuela salió del baño y me dijo que me vistiera porque nos íbamos al pueblo. Yo me sentía muy confundida, sospechaba que algo grave estaba sucediendo. Pero ella me dejó con la incertidumbre.
Nos dirigimos a un lugar que para mí era totalmente desconocido, se llamaba Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC). Al entrar vi a mi madre que tenía una chaqueta azul y venía hacia nosotras; caminaba rápido, atribulada, con lágrimas en los ojos y llevaba en sus manos un periódico impreso. Me abrazó muy fuerte y se alejó a conversar con mi abuela. Segundos después, me logré percatar de que le entregó el periódico a mi abuela, quien lo leyó y lloró. Recuerdo que eso me causó mucha curiosidad y me acerqué a ellas. En ese instante vi una foto que aparecía en primera plana. Era mi padre, tirado en el piso, con los ojos cerrados y lleno de sangre, junto a un título que decía «Triple Homicidio se registró en el sector La Vizcaína. Los ultimaron de múltiples impactos de bala y al cierre de esta edición aún no han sido identificados». Eso era lo que mi madre estaba haciendo en ese lugar: identificando un cuerpo que ya había reconocido cuando lo vio en el periódico de esa mañana. Lloré desesperadamente. Solo escuché que mi madre me dijo «Lo perdimos hija».
Una niña de 8 años quizás no podía entender a la perfección todo el dolor que una pérdida conlleva. Yo solo imaginaba que mi papá se había ido por un tiempo y luego lo volvería a ver. Sin embargo, después de mirar aquella foto en el periódico entendí que él ya no estaba en este mundo injusto. Así, me alejé de las personas que conversaban con mi madre y me senté en un banquito que había en ese lugar. Miré al cielo por un rato, luego vi a una señora que se acercaba a mí, se sentó a mi lado, miró al cielo conmigo y me preguntó:
- ¿Ves esa estrella brillante en el cielo?
-Sí -le respondí.
-Ese es tu padre, y siempre te va a estar protegiendo desde lo más alto. Siempre que mires al cielo él será la estrella que más brilla.
Esas palabras marcaron un antes y un después en mí. Finalmente, acepté que no volvería a ver más la sonrisa de mi padre. Ya han pasado 14 años desde aquel día, y aún pasan por mi mente algunas preguntas sobre aquel secuestro tan repentino. Mientras tanto, yo sigo mirando al cielo y hablándole a la estrella que más brilla porque mi corazón aún piensa que es él quien está allí.




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