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Una noche oscura en Caracas. Por Claudia González Boscán


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I


Era la típica noche, una noche normal, con los nombrados “pacos” merodeando la zona en busca de una víctima. El barrio estaba tranquilo, todos estaban en sus casas, pero el anhelo del personal de seguridad por encontrar “la chamba” del día cada vez era mayor; y ahí estaba José, quien les salvaría la noche. Un niño menor de edad, con características pocos comunes, entre ellas la discapacidad auditiva. José era diferente, pero a pesar de eso, tenía las mismas necesidades y las mismas ansias de llegar a su cama después de un largo día; pero, lastimosamente, esa noche no cumplió sus deseos.


Esa noche… fue una noche oscura en Caracas.




II


¡Párate ahí! –gritó el oficial.


José estaba confiado, subiendo a su casa, acostumbrado a su silencio eterno. No veía la hora de ver a su mamá, comer, darse un buen baño y acostarse a dormir. Era su rutina, estaba acostumbrado.


-¡Que te pares, te dije! –gritó nuevamente aquel hombre uniformado.


Sin previo aviso, José se derrumbó al suelo, sin entender nada. Herido, sangrando por la bala que recién le había atravesado un costado, sintiendo el anhelo de poder ver a su mamá aquellos segundos que le quedaban de vida, José se despidió de esa noche oscura en Caracas. Al cabo de unos minutos se acerca el hombre que ocasionó aquella tragedia y, al ver el cartel que suelen llevar los discapacitados, se desplomó. Desde aquel día, aquel hombre uniformado, buscando “la chamba”, no volvió a ser el mismo.

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