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Una historia difícil de creer. Por Alejandra Cermeño


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Octubre de 2018:

Después de años, propuestas, dudas y percances, Norberto decidió que era el momento correcto para irse. ¿Por qué ahora? ¿Cómo estaba tan seguro? Definitivamente, nunca se tiene certeza de cómo resultarán las cosas. Sin embargo, luego de la enfermedad de su madre, que le cobró muchas horas de sueño y trabajo, sentía que necesitaba alejarse de todo y de todos.

Aquella tarde, después que su hija llegó del colegio, la llamó para hablar en la sala de la casa y le dijo que en unos meses partiría a Argentina. La sorpresa y la duda se asomaron en su cara, y en sus ojos se podía notar la oleada de pensamientos que pasaban por su mente. Ella sabía que era lo mejor para él. Pero no quería que se fuera. El silencio se apoderó del lugar. Con un abrazo se dijeron muchas cosas. Aquella tarde había comenzado la cuenta regresiva para la despedida.


15 de enero de 2019

En el aire se sentían la tristeza y los nervios. En horas, Norberto tomaría un vuelo con destino a una nueva vida. Una vez en el aeropuerto, la realidad los invadió: ¿Cuándo podrían verse otra vez? Seguramente no eran los únicos que se hacían esta pregunta. Bastaba con observar alrededor para saber quiénes se iban sin fecha de regreso, aquellos que se iban a aventurar y aquellos que estaban entre la alegría y la indecisión.

Sería un viaje largo. El primer destino, Puerto Ordaz - estado Bolívar. Luego pasaría unos días en Brasil. Finalmente, Argentina. La noticia de su llegada fue un gran alivio para la familia, ahora su única preocupación era que pudiera trabajar y mantenerse. Estaban seguros de que no sería problema para él. Y tuvieron razón. En un mes, Norberto consiguió trabajo en Cabify, un servicio de taxis estilo Uber. Ahora se enfrentaría a nuevos retos.


Abril de 2019

Se acercaba la graduación de su hija, pronto sería bachiller. Norberto sacaba las cuentas y no le daban. A pesar de que trabaja día y noche, no le alcanzaba para comprar un pasaje a Venezuela por una semana. Para los inmigrantes, el alquiler es el pago más importante. No se podía descuidar. Además, tenía que comprar las medicinas para su mamá. Ir a Venezuela no era una opción.

El trabajo se hacía cada vez más agotador. Norberto no paraba. Su esfuerzo dio frutos: su jefe le otorgó un auto que conduciría solo él. Ahora podría tomar otras rutas, más largas y mejor pagadas. “Me está yendo bien”, se decía. Los pasajeros frecuentemente le hacían las mismas preguntas: “¿Eres de Venezuela?”, “Cuéntame cómo es todo allá”, “¿Es verdad lo que está pasando?”. Tenía que hacer un buen resumen. ¿Cómo explicas veintidós años de gobierno en un viaje de 10 minutos? Requería de cierta habilidad.


Julio de 2019

Como de costumbre, Norberto desayunó y salió a trabajar. Ya en la noche le llega un mensaje: alguien estaba solicitando el servicio y él se encontraba cerca. Acepta la carrera. Debía ir desde Buenos Aires hasta Tigre (al norte de Buenos Aires, zona de gente pudiente) para buscar al cliente. Llega a un centro comercial o mall, como le dicen en Argentina. Según la aplicación debía recoger a Alex. A lo lejos ve acercarse a un hombre en bermudas con unas bolsas.

—¿Cabify? —le dice el señor.

—Sí, ¿usted es Alex? —responde Norberto, pensado que su cliente era una mujer y no este hombre.

—Sí, sí. No he corregido el nombre. Yo soy Alejandro.

Se montan en el carro. Era un buen viaje para Norberto porque era una carrera larga: sería más dinero. Norberto está concentrado, en Argentina las multas son costosas. Alejandro, tiene toda la información de Norberto en la aplicación de “Cabify”.

—¿Sos de Venezuela? —pregunta como ya era costumbre.

—Sí —dice sin más.

—¿Y qué tal? ¿Cómo te va?

—Bien, bastante bien. Es una ciudad muy bonita. Me gusta bastante.

Así van conversando a lo largo del viaje. Hablan de fútbol y de la forma de ser de los argentinos. Alejandro pregunta por la situación de Venezuela. Norberto hace lo posible por contar brevemente la complicada situación de su país.

—¿Tienes hijos? —pregunta Alejandro, curioso.

—Sí, tengo dos hijas. Una se va pronto para Francia y la otra está a punto de graduarse de bachillerato.

—¿Y vas a ir?

—Quería ir, pero lamentablemente no puedo. Se gradúa el 22 de julio, pero bueno los ahorros no me dan.

Se forma un silencio. Norberto se concentra en la vía. Ya falta poco para llegar al destino.

—¿Qué fecha es que tu hija se va a graduar?

—El 22 de julio. Es una semana, primero es la misa de graduación y luego es el acto.

—¿Pero piensas volver otra vez?

—Sí, claro. La idea es que yo trabaje aquí y ya tengo todos mis papeles.

—¿Cómo harías con el trabajo?

—Le digo a mi jefe que me voy a ausentar una semana y le dejo el carro. Con eso no hay problema.

Alejandro se sorprende de lo rápido que Norberto ha conseguido las cosas. Están parados afuera de la casa de Alejandro, pero este está revisando su celular. Norberto espera y detiene el tiempo de la carrera para cobrar. Alejandro sigue en su celular. Le pide a Norberto que encienda la luz del auto y así lo hace.

—¿Me puedes dar tu DNI? —le pide. Norberto, nervioso, se lo da, pensando que había hecho algo mal y por eso le pedía su documentación.

—Mira —dice Alejandro. —Te vas para Venezuela el 17 de julio y regresas el 24 de julio. Te va a llegar un correo de confirmación del vuelo.

—¿Qué? —exclama exaltado. No podía creer lo que estaba pasando. Sus manos se aferran al volante con fuerza. Las lágrimas corren por su rostro.

Se bajan del auto y Norberto se apresura a abrazar a Alejandro. La emoción no cabía en él. No encontraba las palabras para agradecerle. Cuando Alejandro se va, Norberto se queda unos minutos allí. Aquello que acababa de pasar parecía una fantasía, un sueño. Norberto no sabía qué hacer.

Al día siguiente le escribe una nota de agradecimiento a Alejandro. Este le cuenta: “Norberto, yo no pensaba tomar un taxi porque yo tenía mi carro allí, pero me quedé accidentado. Así que fue una casualidad lo que pasó. Me conmovió mucho tu historia y quise ayudarte. Espero que puedas ver a tu hija y que me mandes fotos. Solo te pido que cuando puedas, hagas lo mismo por alguien más”.

Tal como dijo Alejandro, Norberto fue a Venezuela para la graduación de su hija. Fue una sorpresa para su familia, cuando les contó la historia no lo podían creer. Aquel señor que ayudó a Norberto quedó en los corazones de su familia. Alejandro había sido un ángel que les enseñó una hermosa lección.

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