Una dulce historia. Por Ani Subero.
- ccomuniacionescrit
- 9 oct 2020
- 2 Min. de lectura

Rafael Daniel Torrealba es un repostero autodidacta, el más carismático y egocéntrico de Barquisimeto, estado Lara. Siempre le fuma la cara a la gente. En sus redes sociales se la pasa publicando sus delicias haciendo sufrir a sus clientes, también llama a sus amigos diciéndoles lo que preparó. Los domingos, específicamente, este cruel repostero no labora; ese día toma fotos de sus postres y de él mismo comiéndoselos, alardeando: “De lo que se pierden, compren mucho en la semana porque estas maravillas pronto se agotarán. Miren lo esponjosa que quedó esta deliciosa torta”.
Cuenta Rafael, mientras se perfuma y se mira al espejo, que a los doce años sintió pasión por la repostería, tomó un recetario que encontró en la casa de su abuela, se fue a donde sus padres y comenzó a preparar sus propias pociones. Narra que en el colegio vendía sus galletas y tortas, hechizando a todo aquel que las probara. Le fue tan bien que empezó a ahorrar. Su meta era tener su propio reino y negocio, “Pompojinta”; le causaba risa y empatía ese nombre, que atraía a los clientes. Al graduarse de bachiller su madre quiso que estudiara en la universidad, pero este encantador autodidacta sabía que lo suyo era la repostería y el emprendimiento. “Te agradezco mucho, mamá, por tu arduo esfuerzo y dedicación, pero me ha ido bien con mis postres; cautivo a todo el que los prueba y voy a ahorrar para tener mi propia repostería y, si es posible, irme de casa. Esta es mi eterna pasión”.
Torrealba comenzó a perfeccionar su técnica en todo ese tiempo libre. Como su mejor amigo estaba estudiando ingeniería en la universidad, le preguntó si era posible vender allí sus maravillosas creaciones hasta reunir el dinero necesario para emprender. Y así fue.
En el año 2013, Rafael alcanzó su objetivo y tuvo su propio reino: el sueño de “Pompojinta” se hizo realidad. Ahora es el repostero más famoso de su cuadra y de todo el estado Lara, pero quiere extenderse a todos los estados del país (Venezuela) para endulzar el corazón de muchos y refinarles el paladar. Es fascinante entablar una conversación con Rafael mientras se come un pedacito de sus postres: el día se torna mágico y la persona se dulcifica.




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