Un día de película. Por Luis Cerrada.
- ccomuniacionescrit
 - 7 oct 2020
 - 2 Min. de lectura
 

Cuando me preguntan cuál es el día más aterrador de mi vida siempre pienso en el 09 de junio del 2017. Recuerdo cómo parecía ser un día prometedor, una mañana soleada con un pronóstico de buen clima; algo perfecto para poder hacer todas las labores del día sin retraso alguno y así estar listo para la celebración que tendría lugar esa noche en casa de mi amiga Victoria. Efectivamente, y como tenía previsto, todo salió de maravilla. Pude hacer los encargos de mi madre y comprar las cosas que me tocaba llevar para la celebración, incluso llegué a casa con tiempo de sobra para arreglarme. El camino a casa de Victoria fue rápido, solo encontré un poco de tráfico en ciertas zonas, lo cual era normal por la hora. De momento todo normal. Recuerdo haber pensado que el día estaba siendo una maravilla, inmejorable… No sabía que eso cambiaría al poco tiempo.
Recuerdo que estaba en casa de Victoria alrededor de las siete de la noche; un poco temprano, ya que la celebración empezaba a las nueve. Para mi alivio no fui el único, dos amigos más, Ana y José, el novio de Victoria, ya se encontraban en el apartamento. Nos sentamos en la sala a conversar hasta que, de la nada, Victoria nos interrumpe, “Falta hielo, ¿alguien podría hacer el favor de bajar a comprarlo?”. Todos, al unísono, respondimos “¡Yo!”. Era normal, queríamos estirarnos un poco antes de que comenzara lo bueno. Decidimos ir los tres, y así continuábamos nuestra conversación.
Después de comprar el hielo tomamos el elevador hasta el segundo piso. Cuando llegamos al piso dos, al salir del ascensor, vimos la figura de una señora despeinada, sentada y recostada de la pared. ¡Quedamos paralizados al instante! Era la escena perfecta, el clímax de una película de terror. En ese momento, Ana susurró “debemos regresar al ascensor e intentar subir por las escaleras para evitarla”. José y yo dijimos que sí con la cabeza y procedimos. Nadie quería comprobar si se trataba de un espectro.
Para nuestra desgracia la señora se encontraba todavía en la misma esquina, por lo que fuimos rápidamente hasta la puerta del apartamento y entramos, desesperados, como si tuviésemos la muerte a nuestras espaldas. Luego de llegar de esa manera tan abrupta, la madre de Victoria nos preguntó qué nos ocurría. Nosotros, de inmediato, le contamos lo que vimos. Ella nos comentó que habíamos tenido suerte; que no era un espectro, como pensamos, sino una señora esquizofrénica que se torna violenta cuando se escapa de su apartamento. Superado el susto, la noche continuó con total calma. Cerca de la medianoche dicen que hay que buscar algo en otra casa. Por el estado de mis amigos, me tocaba acompañar a la chica encargada de ir. Lo hice, aunque no me agradaba mucho. No sabía si me encontraría otra sorpresa.




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