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Sobre el último primer semestre. Por Emanuel Rojas


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Septiembre 2019: Llegada


Se mudó oficialmente un día antes de que empezaran las clases. Estuvo toda la noche desempacando y se quedó toda la madrugada, despierto, pensando en cómo sería su primer semestre de universidad. Salir de esa pequeña ciudad fue la mejor cosa que pudo haberle pasado. Y no es que mudarse a Caracas fuera lo mejor del mundo, pero con poder salir de ese pueblo y de su pasado le bastaba, y mucho.


El ambiente ucabista fue realmente agradable desde el primer día de clases. Era hermoso observar los grandes campos verdosos que se acostaban entre los grandes edificios de aulas. Cómo en su piel xerófila podía sentir aquel clima ártico caraqueño de las seis de la mañana, hasta que el calor caribeño contrastaba las brisas que desde las altas montañas golpeaban a la arquitectura con forma de colmena y a los barrios aledaños. Era un complejo majestuoso ante sus ojos. Lo sentía así. Y es que el colegio es como una cárcel cuando lo comparas con la universidad; no solo por el lugar, sino por la gente: la gente culta y adulta. Era increíble conocer y reconocerse en un mundo nuevo, tan diverso y libre, aun en estos tiempos. Esto le hizo aprender lecciones importantes, como evitar los prejuicios y, progresivamente, el ser fiel a la esencia propia.


Este capítulo marcaba el inicio de su propia independencia y autonomía. Antes de mudarse no sabía hacer nada por sí solo, y eso iba a cambiar para él. Los primeros días en solitario fueron muy difíciles, pero lentamente fue agarrando el ritmo de las cosas y de las tareas a medida que los meses fueron avanzando y se concretaba el comienzo de una nueva etapa de su vida; o el inicio de la vida misma.


Empieza la aventura.



Octubre: Esfuerzo


Las clases magistrales, las tardes y noches de estudio, los primeros errores y aciertos de su novedosa vida en solitario fueron acumulándose en el segundo mes de clases. Todo avanzaba rapidísimo, y él debía hacerlo también. Que un chamo de diecisiete años coordine el estudio y el cuidado hogareño se supone que es lo normal, pero lo sentía como una responsabilidad enorme. Siempre salía un problema nuevo de la nada: se rompió una llave, se fue el agua hasta quién sabe, mañana hay parcial, taller y tienes retención en secretaría otra vez, lavaste la ropa, ¿verdad? No es que estuviese completamente desamparado y sin ayudas, pero este antihéroe estaba bastante verde sobre cómo cuidar a su entorno y a sí mismo. Y estas cosas pronto le ayudarían a crecer bastante. Todo era cuestión de tiempo.


Por otro lado, sus nuevos amigos eran geniales. Hacer amistades se había vuelto tan fácil y divertido como lo era en preescolar. La cosa estaba en mantenerlos. Conocía y analizaba a sus salones de clases; necesitaba influencias y contactos. Eso en Comunicación es importante, o así le habrían dicho desde que llegó. Igual por su introversión natural se quedó solo con el primer grupo que conoció hasta el fin del semestre. Eran los mejores. Y él va a paso seguro también, experimentando un poco de todo. Por ejemplo, ahora también sale con un chamo bello y mayor que él. ¡Estas cosas no le pasaban antes!


Todo era cuestión de tiempo.



Noviembre: Resistir


Las cosas se empezaron a poner mucho más duras desde ese noviembre. La limpieza cansa y le gasta demasiado tiempo. Ya no sale con nadie tampoco. Hacer mercado ya no es tan divertido con la hiperinflación golpeando a su manutención. ¿Y alguien podría explicar por qué todos los profesores evalúan en la misma semana? Gracias a Dios no trabaja, porque se volvería loco o, peor, lloraría. ¡Y qué ladilla estos contemporáneos! Se sentía de nuevo en quinto año. No es que él fuera un ejemplo de la madurez juvenil y las buenas costumbres, pero algunos de sus compañeros tenían unas conductas que eran igual o peor a las del colegio. La cúspide de lo absurdo ocurrió cuando uno de filosofía de veintisiete años con quien veía una clase le lanzó un vaso con té helado a otro estudiante en pleno debate por una rabieta. Cortázar se quedó cortísimo con el surrealismo.


A medida que los días pasaban su ansiedad era cada vez mayor. Se sentía de nuevo como en su pueblo de origen, toda una pesadilla. El estrés y la indecisión aumentaban también; no sabía si había hecho bien escogiendo esa carrera o siquiera mudarse a la capital. Todo lo cuestionaba mil veces por segundo. Se siente insuficiente y más cuando se compara con el entorno. Parecía que todos controlaban su vida muy bien y disfrutaban la universidad a pesar del estrés común, los profesores y los estudiantes insolentes. ¿Qué estaba haciendo mal entonces? Quizás esto no era para él en realidad. Se habría equivocado, pero tenía que seguir. Apenas está en la mitad del semestre. Ahora era cuestión de resistencia. Resistir a las inseguridades y al miedo.


El tiempo corre.



Diciembre: Progreso

Quedaban quince días para las vacaciones navideñas y en esas dos semanas consiguió organizarse en absolutamente todo. Hizo todas sus tareas, pasó todas las materias e incluso logró aprobar la suficiencia total del inglés. Da risa pensar que ni él sabe cómo lo hizo. Usualmente cuando hacemos ejercicios o deportes se nos dice que con la práctica y la disciplina constante se consiguen mejores resultados. Quizás esa podría ser la respuesta para explicar el milagro de su adaptación y progreso tan repentino que iba más allá de lo académico. Pero eso en realidad fue una parte: su propia fuerza de voluntad y su círculo de amistades lo ayudaron a mantenerse y superar sus expectativas. Al parecer esto sí era para él.


En los días finales de un semestre que parecía que terminaría como un fracaso definitivo se comenzaron a ver nuevos frutos. Las cosas aún no estaban tan calmadas, pero él ya sentía que tomaba nuevamente el timón de su propia vida y del curso de las cosas. Consiguió la autonomía en sus acciones. Era la esencia de su propio ser actuando por primera vez en mucho tiempo.


La aventura había sido conquistada.



Enero 2020: Resultados


El semestre fue un éxito. Las amistades quedaron fuertes y consistentes. Domina su economía de manutención y a su casa. La Católica ya era una segunda casa y Caracas era una selva conocida y querida. Todo parecía rendir a un tiempo divino y perfecto. Ahora es más ambicioso con sus próximos objetivos y está listo para un segundo semestre y más. Por allí se escuchó sobre un virus en una región desconocida de China, ¿pero a quién le importa? Eso no debería de llegar para acá o al menos no todavía. Mientras tanto aprovecha las vacaciones para salir, beber, trabajar, vivir y seguir cultivando una nueva independencia nacida solo hace unos pocos meses atrás. El miedo se ha ido y la confianza es más fuerte que nunca.


¡Qué gran temporada llena de aprendizajes y retos! Esperaremos a ver cómo le irá este nuevo año y los semestres que le siguen con las sorpresas que están por venir.


¡AHORA ES CUANDO FALTA!

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