¿Quién habrá sido? Por Victoria García
- ccomuniacionescrit
- 10 ago 2022
- 6 Min. de lectura

Eran las cuatro y media de la tarde cuando mi mamá y yo comenzamos a subir el cerro El Ávila para hacer ejercicios. Llegamos a la parada de Sabas Nieves a eso de las 5:00 p.m. y al revisar mi celular tenía unas quince llamadas perdidas; mi mamá, unas veinte. Durante la subida no había buena cobertura telefónica así que era difícil que entrara una llamada, pero al llegar a la parada pudimos comunicarnos con mi abuela y con mi tío, quienes de inmediato nos dijeron:
–Mataron a Yoli en su casa.
Yoli era una prima hermana materna de mi mamá proveniente de Boconó, Trujillo; toda
la parentela materna de mi mamá es de allá, en Caracas teníamos poca familia, entre ellos, mi abuela, mi tío y unas primas. Yoli llegó a Caracas para estudiar derecho en la Universidad Santa María (USM). En el trayecto de la carrera encontró el amor y tuvo un hijo, luego se separó del papá del niño y empezó a trabajar en el mercado de El Cementerio, donde vendía ropa importada. Era muy “echada para adelante”, como decimos los venezolanos. La verdad, es que yo compartí contadas veces con ella, pero la recuerdo con mucho cariño porque, aunque no la veía siempre, en esas pocas ocasiones me dio mucho amor. Mi mamá, en cambio, sí compartió mucho con Yoli, siempre estuvieron cerca. Cuando vivía en Caracas, ella se asentó en Los Dos Caminos, y como mi mamá siempre trabajó cerca de esa zona con frecuencia se reunían para almorzar o tomar café y ponerse al día.
El sobrino de Yoli, que también es mi primo y vivía con ella, fue quien la encontró. El 4 de marzo del 2013, al llegar del trabajo la vio sin vida en su cuarto, eran las 4:40 p.m. cuando la vio cubierta por un edredón, con una almohada en la cara, en ropa interior, rodeada por el cable de DIRECTV, un cuchillo en el cuello y con puñaladas en todo el cuerpo. La vio en un mar de sangre.
Automáticamente, mi primo decidió buscar la ayuda de quienes tenía más cerca, fue por eso que nos llamaron primero a mi mamá y a mí. Bajamos inmediatamente. El descenso era eterno: yo corría, caminaba, me caía, y nada que llegábamos. Después de toda la tragedia duré un año sin querer subir. Hay que imaginar el trauma de una niña de 10 años que se enfrenta a una noticia como esa.
Quedamos de acuerdo con mi tío en que lo pasábamos buscando por la plaza Altamira para seguir hacia Los Dos Caminos, y así fue. Se subió al carro y empezó a discutir con mi mamá tratando de entender qué le había pasado a Yoli. Se preguntaba quién había podido hacerle algo así. De los nervios se bajó del carro, a la altura de Parque Cristal, y se fue corriendo como Forrest Gump. Corrió tan rápido que llegamos al mismo tiempo porque estaban los semáforos de por medio.
Llegamos al edificio, era muy antiguo, lo que transmitía una sensación de terror. En la escena del crimen solo estábamos la policía, mi primo, el cadáver, y nosotras y mi tío que acabábamos de entrar. Corrí por las escaleras, aterrada, hasta la mitad del segundo piso, ahí me mandaron a bajar. Mi tío me abrazó fuertemente y nos fuimos agarrados de las manos hasta la entrada del edificio.
Recuerdo con mucha claridad que afuera del edificio se hallaba el papá del hijo de Yoli a quien yo no conocía, pero mi mamá sí. Lucía recién bañado, olía a perfume y tenía el cabello mojado; vestía una camisa blanca, planchadita; y con un fingido llanto caminaba de un lado al otro y repetía:
–¿Mi Yoli por qué te fuiste así? –en voz alta para que lo escucharan.
Yo sentía que estaba en un capítulo de Mentes criminales. El hombre con su llanto de mentira me daba muy mala espina.
Mi papá fue a buscarme porque a partir de allí la encargada de todo el papeleo era mi mamá, además, debían trasladar el cuerpo a Boconó, su lugar de origen.
Otro de mis recuerdos era que había mucha gente al frente de la planta baja del edificio, asombrada, hablando del hecho y haciendo de detectives:
–¿Será que fue el novio?
–Pero si ella no tenía –respondió otro.
–Los detectives dicen que es un crimen pasional.
–Pudo ser el papá del niño –comentaban– o su exnovio.
Yo estaba en el carro de mi mamá escuchando todo, atando cabos, cuando vi cómo hombres del CICPC cargaron el cadáver envuelto en una bolsa blanca y lo introdujeron en la gaveta de la camioneta del órgano policial.
Gabriel, el hijo de Yoli, para ese entonces un niño de 4 años, estaba en el colegio mientras
ocurría todo, una generosa vecina fue por él y se lo llevó a su casa mientras su tía lo buscaba para llevarlo a vivir a Boconó con ella.
Llegó la noche y con ella el miedo, mi mamá me dijo que se debía ir a Boconó y que me
tocaba quedarme con mi papá en su casa, pero yo tenía una mascota a quien debía darle comida a diario, es decir, visitar mi casa todos los días, con el terror apoderado de mí.
Al día siguiente llegaron los familiares más cercanos para ayudar con el traslado del
cadáver, buscar al niño huérfano y llevarse todas las cosas de Yoli. Se quedaron en mi casa y el misterio estaba más vivo que nunca, lo que hacían era hablar de quién había podido ser, de las hipótesis que había y de cómo sucedió todo. Ese mismo día anunciaron la muerte del presidente y suspendieron las clases por duelo nacional, eso significaba que no iba a tener la distracción de siempre que era mi colegio.
Esa semana temblaba cuando estaba sola, veía fantasmas por doquier, escuchaba ruidos
en el silencio, era una película de terror constante rodando en mi mente. En la casa de mi papá solo hablaban de eso, mi cabeza iba a estallar.
Comenzaron a salir las noticias en el periódico y la hipótesis que todos mantenían era
que había sido un crimen pasional por la manera en la que murió, que los principales sospechosos eran los hombres que la rodeaban, su exnovio o, posiblemente, el papá de su hijo.
Según la primera hipótesis, a las 3:00 p.m. un vecino escuchó la voz de un hombre. Ni la cerradura ni la puerta del apartamento fueron forzadas, es decir, que ella la abrió y dejó
entrar al victimario. Se cree que pudieron haber tenido una discusión que llevó a la tragedia.
La segunda hipótesis planteaba que ella tenía un exnovio celoso, a quien dejó por violento,
que insistía en verla, pero ella no quería. Y le abrió la puerta por educación.
La verdad es que luego de esa tragedia muchas cosas cambiaron, comenzando porque el niño quedó huérfano de madre, luego mi primo se fue a mi casa un tiempo, ya que no podía ni quería estar en el apartamento de su tía por haber sido la escena del crimen y por lo que representaba el lugar. En mi casa vivíamos pegados de un santo, agua bendita e infinitas oraciones, pero yo no dejaba de temblar. Y mi mamá, dándolo todo por hacerle justicia a su prima.
Este crimen estuvo siendo investigado aproximadamente por un año. Mi mamá y su otra prima que vivía en Caracas iban a las entrevistas y estaban detrás del detective siempre: indagando, preguntando.
El principal sospechoso era el papá del hijo de Yoli, porque reunía todas las características, lo citaron múltiples veces, le hacían seguimiento, el teléfono estaba intervenido y sus coartadas no eran sólidas.
Hasta que un día repentinamente, el detective llamó y le dijo a mi mamá que habían cerrado el caso, que fuese a la oficina a buscar las cosas de la víctima porque en la investigación
descubrieron que Yoli tenía dos teléfonos que solo ella sabía. Descubrieron todo eso a través de la intervención de los teléfonos porque cuando mi primo la consiguió sin vida llamó a su mamá a Boconó y ella le dijo que fuese a buscar ayuda, él corrió a llamar a la policía de Sucre, que llegó antes que el CICPC.
El detective, alegó que uno de esos hombres robó el segundo teléfono y estaba relacionado
con el asesino. Mi mamá le dijo al detective que lamentablemente no tenía dinero para,
vulgarmente, “mojarles las manos a los policías” y así conocer la verdad, que ambos sabían que el culpable ya estaba en la mira y repentinamente todo se acabó. Añadió que le tocaba aceptar con impotencia la resolución que los organismos encargados decidieron aplicar al caso.
Así, mi prima fue víctima de otro caso impune en Venezuela.
Pero me llama mucho la atención que hace dos años, al papá del hijo de Yoli le diagnosticaron insuficiencia renal y en una crisis falleció.
Como dicen por ahí “La justicia tarda, pero llega”.
Ahora bien, estimado lector, ¿qué crees tú qué pasó?, ¿quién habrá sido?




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