Pueblo manzana. Microrrelato. Por Karina de Acevedo.
- ccomuniacionescrit
- 18 ago 2020
- 2 Min. de lectura

Vivo en una localidad donde los árboles de manzanas abundan por todas las calles y la tranquilidad reina en nuestro pueblo, hasta este día. Mientras camino a mi hogar no veo nada más que manzanas y calles vacías. El día empieza a ponerse gris y aún me faltan unas cuantas cuadras para llegar a mi hogar. Las gotas de lluvia empiezan a caer y a humedecer todo a mi alrededor. Pienso en resguardarme con la sombra de un árbol para no mojarme y espero a que escampe, pero no llego a ver la lluvia cesar.
Cuando despierto, estoy en una habitación, parece un granero, me lo dice la cantidad de paja y unos cuantos animales que logro diferenciar, aún estoy ida.
Vuelvo a despertar por el sonido, están abriendo la puerta, alguien viene. Un señor de traje y bien vestido entra, lleva un sombrero que oscurece su cara, no sé si estoy alucinando, pero cuando logro ver una parte de su rostro, no se diferencian facciones, parece que tiene una manzana estampada en la cara.
Él es quien me ha drogado y me metió en esta pocilga. Tiene una manzana verde en su mano, una de las tantas que se dan en nuestro pueblo. Con un pequeño cuchillo, veo como pela el fruto mientras se lo come, no me dice nada, solo se me queda viendo y siento que cuando termine el fruto, terminará mi vida. Lo sé, lo presiento.
-Encontramos el corazón de una manzana verde con un cuchillo ensangrentado, jefe –dice un policía del pueblo.
Esa tarde, en Zacatlán, luego de una semana de la desaparición de una joven de 16 años, lo que se encontró fue un traje, un sombrero y el corazón de una manzana, eran de aquel señor. La joven sobrevivió, en el momento que la atacó para asesinarla, la chica logró clavarle el pequeño cuchillo en corazón pero más nunca se supo de ella y los árboles de aquel pueblo empezaron a secarse, jamás volvió a ser el mismo.




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