Noches oscuras, personas claras. Por Christian Rodríguez Briceño.
- ccomuniacionescrit
- 23 oct 2020
- 2 Min. de lectura

Las noches en mi calle son cada vez más tenebrosas, no solo por el aspecto de mis vecinos o los raros sonidos que se escuchan, las cosas sobre naturales son las que más abundan. Siempre que salgo a pasear a Zeus –mi perro- veo la silueta de un hombre que sigue mis pasos, como en busca de algo o simplemente llamar mi atención. Soy de poco interactuar con personas extrañas, pero ese jueves por la noche cambió mi idea sobre esto.
Iba, como de costumbre, a la redoma más cercana a mi calle para cumplir con la rutina de Zeus. Al llegar al sitio se podía observar, a lo lejos, la sombra de alguien que estaba como esperando mi llegada al lugar. Sin prestarle atención, seguí concentrado en que mi perro terminara su ritual para poder irnos a casa. Minutos después, la silueta que se encontraba lejos se acercaba. Lucía espeluznante, no podía distinguir su rostro y su altura, parecida a un poste de luz, me sobrecogía. Los ladridos de Zeus comenzaron a intranquilizarme, la oscura sombra estaba cada vez más cerca. Cuando la silueta se convirtió en persona, vi que no solo era de gran estatura; su tez blanca, parecida a la nieve de aquel páramo andino que había visitado meses antes, me dejaba perplejo, y sus grandes ojos, como dos faros, lograron intimidarme sin emitir una sola palabra. Mi corazón casi salía de mi pecho y podía escuchar el tic tac incesante del reloj que llevaba puesto. Solo escuché las palabras “Buenas noches”, y me di cuenta de que era mi vecino de dos casas más arriba. Mi alma comenzó a llegar a mi cuerpo, ya el miedo se iba disipando y la intranquilidad desapareciendo: El vecino se acercó y me dijo:
-Tranquilo, Andrés. Siempre salgo a estas horas para cuidarte, la zona es muy peligrosa y tú, un chico indefenso. Te he visto crecer y no quiero que nada te suceda.
-¡Vecino, casi me hace correr! -exclamé, muy asustado.
Allí me di cuenta de que los vecinos son la familia más cercana que tenemos. Luego de ese día, me acompaña a pasear a Zeus y me cuenta anécdotas de su vida. Hasta cariño he podido agarrarle, aunque nunca le he preguntado su nombre de pila.
Cuando mi primo contó esto en nuestra reunión familiar, entendí que la familia no se define solo por sangre sino también por las acciones.




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