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Mis sueños viajaron… Mas se fueron sin mí. Por Carlos Pulido Rivas


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I

De niño siempre jugaba a ser cantante, percusionista, guitarrista, a veces, pianista. La cosa es que el arte siempre ha corrido por las venas de mi familia, como una sed insaciable, solo calmada por el éxtasis de hacer música.

Primero fue mi abuelo. Con su cuatro llevaba sonrisas por donde quiera, en una pequeña hacienda de Macuto. Por su trabajo de oficina ganó esos terrenos. Por sus cantos los perdió, qué ironía. Sin importarle nada de aquello, hasta sus últimos días mantuvo su sonrisa y muchas notas que saltaban de alegría… ¡Vaya paradojas de la vida! Por hacer música perdió dinero, pero ganó una familia.


II

Tuve la dicha de ver a mi padre. Despeinado, moreno y cantante… Él no tocaba ningún instrumento, el suyo era la voz. Incentivó en mí la esperanza de llegar a pisar escenarios internacionales. Carnegie Hall, Royal Albert Hall, Teatro Real de España. Vaya responsabilidad.

Responsabilidad de corresponderle lo que la vida le negó. Sus sueños despegaron. Se fueron sin él. No obstante, arribó a su vida el quehacer de una familia, como le ocurrió a mi abuelo antes que a él. Y así nació un nuevo sueño.

Ese sueño era yo. Su “Topo-Topo”.


III

Aquí voy. Desde chico camino por las teclas de mi piano. Por los pasillos de la incertidumbre. ¿Lo lograré? Quién sabe.

Las oportunidades han llegado tan rápido a mí… y de la misma manera se han esfumado.

Primero fue la oportunidad de cantar en el certamen Miss Venezuela. Lágrimas brotaban de mis ojos cuando esa oportunidad dejó de ser irreal para convertirse en algo tangible. Con tallas de ropa ya pedidas por Venevisión y mucha preparación, todo estaba listo… Pero, cual estrella agonizante, llegó. Llegó la pandemia del Covid-19, destruyendo esa realidad y dejándome en el limbo de la decepción.


IV

Por último, un productor. Yo. Y todo un país por descubrir… México.

A semanas de viajar a ese país, cuna de grandes artistas como Alejandro Fernández o Luis Miguel, pasó lo inesperado.

El productor fallece.

Los planes: enterrados en el mismo ataúd que el productor, Alfredo.

Mi cuerpo estaba en Venezuela. Mi mente estaba en México.

Mis sueños viajaron… Mas se fueron sin mí.

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