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Mi año en terapia. Por Estefanía Gallango


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No sabía qué escribir. No tengo a nadie cuya historia de vida considere interesante relatar. Yo tampoco tengo una vida interesante, pero desde hace tiempo quería contar cómo ha sido este año y medio que llevo en terapia. Actualmente no me siento bien, sin embargo, al verlo en retrospectiva he logrado muchas cosas. Y es por eso que escribo esto. Quizá como recordatorio de todo lo que he logrado.

No sabía cómo empezar. Al principio pensé en guiarme por las conversaciones entre mi pareja y yo, dado que, cuando se terminaba una videollamada con mi psicóloga, le contaba cómo me había ido en la sesión. Pero no hace mucho se me borraron todas las conversaciones, lo que es una pena, porque me gusta recordar cosas de esa manera. Entonces, me detuve a pensar de qué forma podría relatarlo todo más detalladamente, y me acordé de que escribo diarios desde hace cuatro años. Así que escribiré esta historia guiándome por lo que anoté en mis diarios hace un año y medio.

La gente no va a terapia únicamente porque quiere. Todo tiene un contexto, un trasfondo. Y en mi caso se remonta a mi infancia. Se podría decir que yo fui una niña llena de odio, ira y tristeza. Mis recuerdos de la infancia aquí en casa no son felices. Solo recuerdo eventos que aún no puedo perdonar.

Mi hermana mayor tiene un leve síndrome de Asperger, así que mis padres tuvieron que prestarle más atención que a mí, lo cual hizo que me volviera una niña sola y autosuficiente. Pero no autosuficiente en el buen sentido. No. En el mal sentido. Me podía estar ahogando en un mar de angustias y jamás pedía ayuda. Esto me pasaba mucho en el colegio. Cuando tenía exámenes, jamás preguntaba lo que no entendía. Un día, en vez de pedir orientación, lloré silenciosamente, sintiendo lástima por mí misma porque no podía resolver un problema de Física. El profesor me vio, se me acercó y me orientó. No me acuerdo cuánto saqué, solo importa que ese profesor vio que me estaba ahogando, que no podía pedir ayuda y me auxilió. Incapacidad para pedir ayuda: el primer problema.

La otra razón por la cual fui a terapia es por la atención que no recibí, puesto que se daba por sentado que era una niña normal. Eso me generó inseguridad, ansiedad y depresión. A los 13 años dejé de confiar en las personas. Me la pasaba sola. Tuve una amiga que actualmente sigue siéndolo, pero ella tiene un moderado síndrome de Asperger no diagnosticado, y en aquel momento vivía en su propio mundo. Tenía un amigo que comenzó a hablarme cuando faltaba un año para la graduación. Pero él también tenía otros amigos. Y poco a poco todos los demás se fueron alejando de mí. Estaba sola y triste, como dice una canción de Mon Laferte.

Luego, llegó la pandemia: lo mejor que me pudo haber pasado. Ya no tenía que ir al colegio y sentirme miserable todos los días por mi soledad. Pero una parte de mí estaba harta de vivir encerrada.


Ana, martes 17 de marzo de 2020


Me estoy sofocando, Ana.

Convivo en mi propio olor. Es horrible. No lo soporto. Apenas las mañanas son soportables. Me muero de calor. Quiero salir.

Trataré de sobrevivir, te mantendré informada.


Tuya, Estefa


Después comencé a normalizar no salir a la calle ni hablar con personas.

Ana, martes 14 de abril de 2020


Estuve reflexionando y, algo que me exaspera más o igual que perder mi luz

(bombilla), es el hecho de que la cuarentena se acabe. Sí, es cierto que a veces

puede ser sofocante, pero la verdad es que me encanta.


Mientras más pasaba el tiempo, más miserable me sentía.


Ana, martes 23 de junio de 2020

Me siento triste, molesta y traicionada. Estoy cansada, Ana. Muy cansada, de

veras. Ya no quiero fingir ni esperar a sentirme bien para no tener que fingir

más. No puedo, ya no. Ya no más.

Quiero dejar de sentirme tan miserable, pero ya no sé cómo.

Estoy sola. Solísima.


Tuya, Estefa


Al año siguiente pensé que se retomarían las clases presenciales, pero no fue así. Hacía mis tareas en casa y salía a dar paseos con mi mamá y mi hermana. Aquello me ayudaba un poco, pero no sabría decir si estaba peor de lo que ya estaba.


Ana, domingo 31 de enero de 2021


La verdad es que no estoy bien. Estoy muy estresada. Me siento inútil. Patética.

No sé qué hacer con mi vida…

Cada vez como menos. Tengo náuseas. Me han dicho que estoy flaca. Tengo

vértigo. Sueño que el edificio se desploma y que todos nos venimos abajo.

Siento que todo se cae por mi culpa.

Hoy lloré todo lo que no había llorado en un tiempo.


Tuya, Estefa


En marzo comencé con las terapias. Es lo mejor que pudo haberme pasado ese año. Siempre voy a estar sumamente agradecida por ello.


Ana, lunes 22 de marzo de 2021


Hoy vi a mi nueva psicóloga y la verdad es que me cayó muy bien. Habla

bastante, pero eso está bien. Así no me siento tan expuesta. Fue interesante

la consulta de hoy.


Tuya, Estefa


En 2021, debo admitirlo, mejoré inmensamente. Adquirí la confianza suficiente para decirle al chico que me gustaba que sí quería estar con él, y cosas así. Me gradué en el colegio. Salí más seguido. Luego, a finales del año, empecé la universidad. Estaba sumamente nerviosa. Una materia específicamente fue lo que llevó mi ansiedad a niveles inimaginables. Así que mi psicóloga me recomendó visitar a un psiquiatra para que me medicara y así poder controlar los síntomas físicos de la ansiedad.

El año siguiente, el 2022, fue más intenso que el anterior. Tuvimos casi tres meses de vacaciones, lo cual, en mi opinión, es demasiado. Sin nada qué hacer, es bastante difícil mantenerse sano. Regresar a clases me hizo bien.


Ana, jueves 19 de mayo de 2022


Ayer tuve terapia después de dos semanas. No tienes ni idea de los grandes

avances que he hecho. Ya puedo intervenir en clases, puedo dar mi opinión en

los grupos y puedo comprar mi propio Gatorade y útiles escolares. Y bueno,

también hablo con mis amigos. Ya no siento tanta taquicardia ni ansiedad.

.

Tuya, Estefa


Sin embargo, fue en ese año cuando la idea de morir cruzó por mi mente como una verdadera posibilidad. Ese año, me aumentaron la dosis tres veces.


Ana, viernes 24 de junio de 2022


Estoy teniendo unos días muy malos, Ana. El jueves fue el día más incómodo

que he tenido. No quiero ni recordarlo.

Toda esta semana me he sentido tan insignificante, tan fuera de lugar. Sentí

que si me lanzaba por una ventana nadie lo iba a notar.

Antes quería desaparecer, ahora solo quiero morir.

Soy demasiado sensible para este mundo.


Tuya, Estefa


La vida siguió su curso. En agosto, aparte de cumplir la mayoría de edad, decidí abrir una cuenta en Instagram para comentar los libros que leo. Es algo que actualmente me produce mucha alegría.

En vísperas de Año Nuevo, media hora antes de las 12, estaba sola. Mi papá dormía, mi mamá y mi hermana habían ido donde una vecina. Yo estaba sola a veinte minutos de que se acabase el 2022. Me prometí que viviría. Sin importar lo duro que fuera, ni lo difícil que pudiera ser levantarme por las mañanas. Aún tengo esperanzas de recuperarme.


Ana, domingo 1 de enero de 2023


¡Feliz Año Nuevo, Ana!

Espero lograr todo lo que me propuse. Pero, especialmente, espero ser feliz este nuevo año.


Tuya, Estefa



Mi objetivo de hoy era bañarme y lavarme el cabello. Y lo logré. Con eso tengo más que suficiente.

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