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Las caídas que trae el amor. Por Antonio De Bernardo


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Todos han estado enamorados alguna vez, estoy seguro. Yo no soy una excepción, he sufrido cuatro caídas... O cuatro y media; no sé cómo explicar la última.


Primera caída: Emma

Tenía unos 7 u 8 años cuando me atrajo por primera vez una chica. Ella estaba en el mismo salón que yo. Era menor por unos meses y, por supuesto, muy atractiva. Debido a la simplicidad que la caracterizaba, ojos café, cabello largo hasta la cadera, no muy alta y un conjunto de detalles en su cara que la hacían perfecta, era pretendida por otros, como mi amigo Heung (sí, un chino). A pesar de la competencia, creo que ella sentía atracción por mí, pero tan solo teníamos 7 años. No era normal, en aquellos tiempos, tener pareja a esa edad. No me esforcé por conquistarla, aunque al menos conseguí que fuera mi pareja para un baile escolar. Finalmente, a medida que pasó el tiempo, el gusto se fue desvaneciendo. Actualmente solo seguimos siendo amigos. Consejo uno: si quieres conseguir algo, debes ir por ello.


Segunda caída: Lía

Cinco años después, caí de nuevo en el amor. Esta vez con una desconocida, supe de su existencia por las redes sociales y porque conocía a su hermana mayor. Además, también soñé con ella, eso aumentó la atracción. Lía jugaba fútbol y era realmente linda, un día decidí conversar con un amigo que la conocía directamente y le intercambié mi desayuno por su contacto de Line (la app tendencia en el momento). El mismo día, le escribí sin mayor temor diciendo: "Hola, no sé si sabes quién soy, conozco a tu hermana y hablamos a veces". Ella me contestó rápidamente y escribió: "Hola. Sí, sí sé quién eres". Con ella conversé por meses, desde chat hasta video llamadas, todo online. Uno que otro día la vi, pero no fui tan valiente como en el chat, entonces no hubo una química tan especial. Pasaron los meses y la intensidad de los mensajes bajó, no sé si fue porque le gustaba otro chico, pero se terminó y no volvimos a hablar hasta hace unos años. Consejo dos: lucha por lo que buscas, no lo dejes ir tan fácil.


Tercera caída: Segunda Emma

Volví a caer, ya tenía catorce años y los gustos empezaban a consolidarse. Emma fue una atracción instantánea, la conocí a ella y a varias de sus amigas en una clase de Educación Física, hasta existió un intercambio de números. Ella era un año mayor que yo, pero teníamos un grupo en conjunto, de modo que tuve las mismas agallas para hablar con ella por la web, además, estudiaba en mi colegio y pudimos pasar varios recreos juntos. Una triste noticia para mí fue que tenía un pretendiente, mi amigo José. Nuevamente tuve que lidiar con un competidor, lo cual no fue muy sencillo porque ellos ya se conocían más a fondo. A pesar de mis esfuerzos, todo se arruinó. Actué cuestionablemente, decía que me gustaban cosas solo porque a ella le gustaban, se puede decir que estuve poseído. Tristemente, gran parte de mi entorno sabía de mi gusto por ella, así que no fue sencillo de llevar, paulatinamente lo fui ignorando y el tiempo fue un gran aliado. Consejo tres: no cambies por otras personas, sé tú mismo.


Cuarta caída: tercera Emma

Esta Emma fue un caso curioso, la conocí en una fiesta y a los meses sentí atracción. Ya para ese tiempo tenía dieciséis años. Ella estudiaba en otro colegio, no hubo mucho contacto y tampoco lo inicié. Algo cambió dentro de mí, ese valor que tenía para escribirle a quien me gustaba, se extinguió. Yo solamente esperaba un encuentro para hablar como en aquella fiesta, solo que no hubo una ocasión tan ideal. El rumor de que me gustaba se esparció, arruinándose mi pasivo plan en el trayecto. Las veces que la vi eran situaciones con un "esooooo" de fondo, nunca pude llevar nada como me hubiese gustado. En parte fue mi culpa por no ser atrevido, pero también por decirle a muchos que me gustaba, eso al final terminaría mal y no lo vi venir. Consejo cuatro: nunca divulgues que alguien te gusta. A nadie.


La dudosa caída: Mónica

Mónica fue simultáneo a la tercera Emma, pero todavía desconozco si me llegó a gustar. Nos llevábamos bien, estudiábamos juntos y hablábamos sin ninguna presión, tanto en las redes sociales como en el colegio. Nuestros compañeros y profesores decían: "Se verían bien juntos", pero creo que para ese tiempo, no tenía esa clase de gustos por ella porque realmente estaba atraído por Emma; también influyó que un amigo gustaba de ella, eso fueron algunos factores que me hicieron verla solo como amiga. Las conversaciones siempre fueron increíbles, pero nunca me atreví a dar el paso, incluso después de que se desvaneciera la atracción por Emma. Un día me confesó que le atraje por un tiempo, pero no tuve la valentía para comentarle que ella a mí también. Actualmente charlamos de vez en cuando, pero está complicado que algo suceda; ella ahora está en otro país. Aún no sé si me gustó o no, pero algo existió, eso está claro. Consejo cinco: mejor di las cosas al momento y no esperes que se enfríen lo suficiente porque terminarás por perderlas.

Así fueron mis cuatro caídas y media en el peligroso amor y, a pesar de que no fueron exitosas, debo agradecer por eso, ya que no era lo suficientemente maduro. Creo que fue lo mejor. Sufrí, por supuesto, era joven y “me rompieron el corazón”, pero aprendí y descubrí unas interesantes canciones de despecho en el camino.

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