Las almas gemelas no siempre son amores. Por Erika Godoy
- ccomuniacionescrit
- 14 abr 2021
- 2 Min. de lectura

Por años he escuchado que las almas gemelas son aquellas que desde antes de nacer ya comparten un vínculo, almas que tuvieron una relación en un tiempo indeterminado o en otra dimensión. También desde tiempos inmemorables muchas personas se han dedicado a la búsqueda de esa alma gemela, término que se asocia con las parejas, pero quizás no siempre es así…quizás las almas gemelas no siempre son parejas que se aman.
Tres años en una relación es bastante tiempo para cualquier persona, aún más para una adolescente. Valeria era una joven muy hermosa de dieciocho años, alta, de piel blanca y cabello castaño, ojos verdes y una sonrisa encantadora; Alberto, su novio, era veinte años mayor que ella, alto, de tez blanca, cabello negro y liso. Ambos eran de una ciudad pequeña de Anzoátegui, estado oriental venezolano; pero Valeria vivía en Caracas, la capital de Venezuela, y Alberto en su ciudad natal. Se llevaban muy bien, se tenían mucha confianza, eran muy compatibles, amaban la historia, el café, la buena música y una buena tarde compartiendo con amigos, parecían almas gemelas. Pero ella no era feliz; se sentía en un callejón sin salida, en una relación a distancia, monótona y sin sentido de la que necesitaba y quería salir. Valeria estaba convencida de que tenía terminar su relación, pero apreciaba mucho a Alberto, su gran apoyo, su mejor amigo. No quería perderlo.
Alberto parecía no notar que algo andaba mal con Valeria, que ella no era feliz. Pensaba que pese a estar separados por miles de kilómetros se mantenían siempre en contacto. Pero Valeria sentía que todos los días hablaban de lo mismo, cada día de cada semana, una y otra vez la misma conversación. La distancia suele matar las relaciones ‒dicen‒, aunque este no es el caso; no puedes matar algo que ya está muerto. Ella necesitaba conocer nuevas personas, nuevos amigos, nuevos amores, pero no quería lastimar a Alberto, su gran amigo.
La relación estaba condenada a fracasar. Valeria, por fin, lo aceptó y decidió afrontar la situación. Como era de esperarse, Alberto estaba sorprendido y devastado. Nunca notó nada extraño. A ella le costó mucho decirlo y a él le costó aceptarlo. Pero ocurrió algo inusual: se dieron cuenta de que, después de todo, las almas gemelas también pueden ser amigos. Y así sucedió con ellos dos.




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