La gran noche de Clarisse. Por Emanuel Rojas

Ya casi era hora de salir a escena. Ella se empolvaba su delgada y curtida nariz por última vez. Era la última oportunidad que tenía para demostrarle a todos que todavía merecía estar ahí. Los últimos tres shows de la revista habían salido terribles. Los productores ya estaban en discusiones para reemplazarla. Se escuchaban nombres en los pasillos: Marta Priestly, más flaca; Cristina Everest, más bella; Juliet Grace, más joven. Estaba en apuros. Y lo sabía.

El corazón le late a mil por segundo. No sabía si eran los nervios o las píldoras. Se mira en el espejo una vez más y se siente de nuevo como una principiante. Recuerda los regaños de sus profesores de baile, de sus agentes, de su madre. Vuelve a la realidad cuando el asistente toca la puerta del destrozado camerino: es hora del show.

Las críticas llegaron una hora después del espectáculo. Nadie lo creía, pero lo logró. Hizo lo imposible. Trascendió como ninguna estrella de Broadway lo había hecho jamás. Sería recordada como la primera estrella en volverse leyenda en una sola noche; su actuación fue tan divina que los ángeles la fueron a buscar ahí mismo. Nadie olvidaría esa noche jamás. Que en paz descanse Clarisse O'leary.

Imagen tomada: “Mujer frente al espejo” de Pablo Picasso.