Hombre Manzana. Por Patricia Villarroel
- ccomuniacionescrit
- 18 ago 2020
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 24 ago 2020

Sentí que iba muy rápido, pero no había tráfico y a pesar de estar oscuro seguía manteniendo el control del carro. A lo lejos vi una sombra atravesándose en el camino, pero la ignoré y aceleré. Solo después del impacto caí en cuenta de la gravedad del asunto, la sombra resultó ser una persona contra la cual arremetí a toda velocidad quitándole la vida. Tras cerciorarme de que no había remedio, volví al carro y embriagado de adrenalina me alejé a toda velocidad del cuerpo que yacía en el asfalto.
Con cada metro de distancia se hacía más ensordecedora la voz de la culpa en mi cabeza, no paraba de preguntarme qué pude haber hecho diferente, no podía entender cómo yo, un hombre de fe, había dejado que el pecado guiara mis decisiones al punto de matar a alguien y darme a la fuga. La incertidumbre y la culpa se apoderaron de mí y tuve que detenerme.
Me bajé del carro y no sé cuánto caminé hasta llegar al único local abierto a esas horas de la noche. Entré a lo que resultó ser un museo y caminé ensimismado entre obras de arte hasta que una en particular llamó mi atención, un retrato de un hombre con una manzana en el rostro. Me acerqué y, como si fuera un espejo, me vi reflejada en ella.




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