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Felicidad incompleta. Por Beatriz Fantes


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Siempre he sido una persona a quien le encanta pasar tiempo de calidad con la familia, es algo que aprecio muchísimo. Somos bastante unidos, y nunca pensé que me iba a tocar alejarme de ella, mucho menos por un periodo largo de tiempo. Pero, ¿qué se puede hacer al momento de buscar un mejor futuro si no es posible lograrlo en el propio país con la gente querida? Emigrar, esa es la realidad del venezolano hoy en día; buscar un futuro en otro país porque en el propio se hace imposible. Es la felicidad incompleta: estar en un país ideal y muy feliz, pero sin mi gente querida.


Llegó el momento más esperado y más inquietante de mi vida: el de mi partida, solo, a un país que no conocía. Únicamente podía tener en la cabeza el hecho de que todos íbamos a hacer lo posible para reencontrarnos en las vacaciones; pero las situaciones no siempre se dan como uno quiere y hay que hacer sacrificios.


2 de marzo del 2019: mi llegada a Madrid. Estaba muy ansioso y nervioso, no sabía cómo iba a ser mi vida ahora con tantos cambios. Todo iba bien ese mes, me gustaba mi trabajo y mi nuevo estilo de vida. Había conocido varios amigos gracias al trabajo y al curso

de programación que estaba haciendo.


12 febrero de 2020: ya llevaba un año entero sin poder ver a mi familia, lo que ganaba en el trabajo me daba justo para poder vivir tranquilo, pero sin lujos. Cada día que pasaba eran más grandes mis ganas de reencontrarme con ellos, pero sabía que todo era una ilusión y un sueño. Por los momentos, se me hacía imposible viajar hasta allá y a ellos mucho más imposible venir hasta acá, cruzar el charco, tan lejos y tan costoso.


13 de marzo de 2020: llegó el coronavirus a nuestras vidas. No sabíamos qué nos venía ni cuánto podía durar. Así fueron pasando los meses de encierro, cada vez se hacía más complicado poder ver a alguien, cada vez me pegaba más la soledad, cada vez eran más las ganas de reunirme de nuevo con mi familia.


13 de marzo de 2021: van dos años sin poder ver a mi familia, la pandemia sigue y no hay esperanzas de que se acabe pronto. La situación laboral está aún más complicada, por lo que visitar a mi familia sigue siendo una ilusión. Espero que la pandemia se acabe pronto y así olvidarme de lo que significa tener una felicidad incompleta.

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