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Estoy y tú ya no estás. Por Mariana Luciani Pantin


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El aire acondicionado del carro prendido, la palanca colocada en ¨P¨ de parked, el vidrio del piloto abajo y una conductora con lágrimas de cocodrilo estacionada en frente de la puerta de aquel edificio lleno de recuerdos. Esa es la imagen que tuvo hoy todo el que se encontrara caminando por Los Palos Grandes a lo largo de la 4ta. transversal alrededor de las cuatro de la tarde.


Siempre me inundó en nervios la idea de manejar, la posibilidad de ocasionar un accidente por desprevenida (es patética mi falta de atención cuando estoy presionada) me aterraba; por ese motivo, manejar nunca fue una ilusión compartida con la mayoría de los adolescentes cuando estos contaban los días para tener el permiso de conducir. Al contrario, yo contaba esas mismas horas con la máxima lentitud posible y deseaba que no llegara tan rápido ese día.


Siempre me dijiste que no podías esperar el día en que me vieras manejar, el día en que me vieras llegando a tu casa detrás del volante y cambiáramos la rutina en la que siempre me venias a visitar tú a mí y yo nunca a ti. Buscando impresionarte dejé mis miedos atrás y comencé a practicar. Salía a la calle dos tres veces a la semana con las manos temblorosas y el corazón a mil latidos por segundo con la intención de sorprenderte el día de tu cumpleaños llevándote a dar un paseo. Por primera vez tú de copiloto y yo, en el volante, a cargo del camino.


Ahora hace dos meses que no te veo, dos meses desde que nos dijimos adiós y despedimos nuestra relación. Tu cumpleaños fue apenas hace un par de semanas y mi planificada sorpresa no pudo ser ejecutada. Cada quien tomó su camino.


Hoy manejo, hoy manejo con meses de experiencia, hoy ya no le tengo miedo al volante; hoy, buscando una dirección, manejé con la mirada baja siguiendo las indicaciones del teléfono y reconocí el camino por donde iba. Estaba a una cuadra de tu edificio. No pude evitar pararme dos segundos frente a esa puerta blanca y pensar en ti, en nosotros, y en el hecho de que estoy y tú ya no estás.

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