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El hada Time. Por Daniela Goncalves Da Silva


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Mi desgracia empezó junto al tictac de aquel viejo reloj que cumplió mi deseo de querer saber lo que me deparaba el futuro.


Cuando este marcaba las dos de la mañana, llegaba el hada Time, con su cabello de plata y una cinta roja que adornaba su cintura. Ella hacía que mi suave cama se transformara en un cartón áspero, mi sábana en un periódico y todo a mi alrededor pasaba a ser una calle fría y vacía. Todo, excepto el reloj, que era su portal y le permitía venir cada madrugada a recordarme el triste destino que me aguardaba.


Una noche, en la que mis ojeras eran más profundas que el mar Caribe y mi nivel de aflicción sobrepasaba mi cordura, observé que las filosas agujas del reloj brillaban tanto como la luna y, sin pensarlo, de un zarpazo hice que estas atravesaran el corazón de Time.


Desde esa madrugada pude dormir tranquila y mi cama no solo recuperó para siempre su suavidad, sino que pasó a estar adornada por una hermosa cinta roja que me recuerda que debo vivir el presente. ¡Ojalá hubiera visto antes el brillo de las filosas agujas del reloj!



Este microrrelato está inspirado en la obra “La persistencia de la memoria” de Salvador Dalí.

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