El amor de una madre no tiene límites. Por Andrés Vásquez
- ccomuniacionescrit
- 29 ene 2021
- 2 Min. de lectura

Era la primera vez que veía a mi madre luego de estar cinco años lejos de ella. Se suponía que nos encontraríamos en mi casa luego de terminar mi práctica de esquí en las montañas, pero no fue así. Me habían advertido que el clima no era el más apto para esquiar, pero no les hice caso. Luego de bajar por un lado de la montaña, los esquís se me descontrolaron y caí entre unos árboles que nunca había visto, intenté salir de esa zona, pero era inútil, la nevada era muy fuerte y cada vez hacía mucho más frío. Sentía como mis dedos dejaban de ser dedos, y se transformaban en icebergs, sentía como mis piernas se congelaban y se transformaban en cubitos de hielo. Pensaba que nunca me iban a encontrar y que ese sería el lugar de mi muerte.
Mientras todo esto ocurría, mientras pasaba más segundos en ese sitio infernal, mi madre hacía de todo para encontrarme. Llamó a mis vecinos, a mis amigos, a mi novia, para saber en dónde estaba. Al final logró dar con mi paradero, habló con los rescatistas de la montaña para buscarme, ellos le dijeron que para hacer más fácil la búsqueda debían utilizar el helicóptero, y que si quería ser parte del escuadrón que me iba a rescatar; ella aceptó. Nunca se había montado en un vehículo de ese tipo en todo lo que llevaba de vida y, a pesar de que sus nervios la consumían, su amor hacia mí era más fuerte.
Después de tanto buscar, al final me hallaron. El momento fue mágico, el ruido del helicóptero no se comparaba a los gritos de alegría de mi madre. “Hijo, hijo. Aquí estoy, al fin te encontré. No sabes lo preocupada que estaba”. Luego de que me subieran en la camilla, ella volvió en sí. Sabía que no era su hijo, sino un extraño que había sufrido un accidente en ese mismo lugar.
-Muchas gracias, mamá. Por evitar que alguien más muera ahí.
Microrrelato inspirado en la obra "Mujer ante espejo" de Picasso (1932).




Comentarios