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CHELLE. Por Michelle García


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Michelle, una chica morena curiosa y con ganas de comerse el mundo, pasó una crisis tras de la cual solo sabía una cosa: quería hacer algo que le apasionara. Tuvo momentos de incertidumbre, pero se dio a la tarea de averiguarlo antes de que la vida eligiera primero.


Recién se graduó de bachiller comenzó a estudiar Administración de Empresas en la universidad. En secreto, siempre quiso cursar Diseño de Modas, pero no podía costear la carrera y los materiales, y se le dificultaba muchísimo el traslado, por lo que decidió aprender por su cuenta. Lo importante era que el objetivo estaba claro, quería su propia marca de ropa. ¿Cómo? No lo sabía, pero lo iba a lograr, esta se llamaría CHELLE BOUTIQUE y ofrecería calidad, atemporalidad y versatilidad con piezas y accesorios que crearan el outfit perfecto para cualquier ocasión.


Comenzó en el taller de una vecina aprendiendo lo básico: patronaje, corte y confección. Aunque solo se dedicaban a la costura, la apoyaron mucho y realizó sus primeros diseños ahí. La verdad es que se la pasaba con bolsos llenos de tela agarrando un jeep en Las Adjuntas para ir a aprender todo lo que pudiese en las tardes. Con ello llegaron sus primeros trancazos; compró muchas telas que no servían y tuvo errores en los patrones. Sin embargo, con mucho esfuerzo logró vender sus primeras docenas en un mercadito y a través de una cuenta de Instagram para la cual pidió prestado un Iphone a fin de que las fotos quedaran lo mejor posible.


Fueron tiempos difíciles, sin embargo, estaba decidida. La moneda se devaluó y prácticamente comenzó de cero; aunque, esta vez, mejor. Decidió inscribirse en un curso de patronaje y confección. Logró tener las nociones básicas y profesionales que necesitaba para crear, pero con el tiempo entendió que no podía hacer tantas cosas ella sola.


El tiempo pasó. En medio de la frustración e incertidumbre intentaba no decaer y se le presentó la oportunidad de hacer unas pasantías. Era su momento de aprender en una empresa y una marca grande que le gustaba, lo cual también implicó sacrificios. Tuvo que irse de su casa para poder asistir, tenía que andar con su laptop en transporte público y el horario era bastante estresante. Con el pasar del tiempo, cuatro meses para ser específicos, ya era extremo el agotamiento. Esto afectó considerablemente su rendimiento académico; adicionalmente, no producía ganancias y ella quería ayudar a su mamá, a quien le habían diagnosticado cáncer. Durante ese tiempo no obtuvo beneficio económico alguno, adicionalmente, sentía que la despreciaban por su estatus económico, muy bajo en comparación con el de las personas que trabajan ahí. Al final, simplemente le dijeron que no asistiera más. Llegó a casa y se quedó dormida, llorando.


Se sentía en el limbo, todo a su alrededor se estaba cayendo, mas ella sabía que luego de tocar fondo solo quedaba subir. Aunque entonces no lo veía con nitidez, estaba obteniendo herramientas para la vida, fue una etapa dura, pero de crecimiento.


En el 2018 realizó una certificación de Diseño de Modas en el Instituto Brivil, lo que la motivó a innovar y a refrescar la idea que tenía sobre su marca. Quien una vez le dijo que “no era momento de producir” y la hizo pasar por situaciones incómodas en su empresa la vio con su stand en un evento de modas que se realizó en la universidad en el que presentó su primera colección de carteras. Adicionalmente, Michelle se cambió de carrera, ya que se enamoró del marketing y el branding gracias a su proyecto, y, por supuesto, a la carrera de Comunicación Social.


Desde ahí el camino ha sido largo, ha aprendido, se ha equivocado y ha cometido errores, pero todo ha valido la pena y la ha hecho crecer. Actualmente su marca incluye prendas de vestir y accesorios en casi todas las categorías y Michelle disfruta el proceso de ver cómo crecen juntas. CHELLE le ha enseñado mucho sobre paciencia, trabajo y constancia, pero, sobre todo, le ha enseñado a creer en sí misma.

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