top of page

Cenicienta escapa a la playa. Por Stefany González Liendo


ree

Mis amigos me dicen Ojitos, pero si se quieren reír de mí me llaman Cenicienta, ya que siempre debo volver a casa a las 12:00 a.m. porque mi padre es un señor muy estricto. Cuando crecí me dejaron acampar en Lagunazo con mis compañeros, en ese momento descubrí que me podía quedar fuera en acampadas. Eso abrió un sinfín de oportunidades como la siguiente… Una escapada a la playa.


Un día antes…

Fui de compras con mis amigos; además, organizamos los detalles sobre quiénes y a cuál playa iríamos. Mi amigo Francesco invitó a algunos compañeros de su antiguo liceo y me dijo que llevaría a un chico especial para mí. Él, con sus pretensiones de Cupido, lo describió como “un galán de novela”:

–Barbón, blanquito y, de paso, portugués para que tengas pasaporte europeo. Es un poco tímido, así que tendrás que hablarle tú primero –comentó, sin despegar la vista del volante.

La verdad es que yo no tenía muchas expectativas, porque cuando un amigo dice que llevará a alguien para ti debes pensar lo peor…pero, por si acaso, busqué mi mejor traje de baño y una blusa linda.


Llegó el día …

Sábado 18 de mayo. Bajamos la autopista Caracas - La Guaira sin novedad con destino a Playa Los Ángeles, pero al llegar estaba abarrotada de personas y no había puestos disponibles para estacionar. Mientras Francesco encontraba dónde aparcar, me asignaron la tarea de buscar a sus amigos, que ya estaban ahí. Anduve sin rumbo un rato, hasta que de pronto escuché un "Epaleee". Volteé y todo transcurrió en cámara lenta...

Un hombre rosadito por el sol, cabello alborotado y una barba majestuosa al lado de un amigo de Francesco venían en dirección a mí. Me sonrojé, y por dentro deseé que fuera el chico esperado. Los guie al auto y, recordando que era tímido, me presenté:

–Hola soy Ojitos, ¿cómo te llamas?

–Diego –me sonríe.

Agradecí a Dios y a Francesco por invitar a ese chico, pero tuve que mantener la calma y disimular, porque mi madre me siempre dice que “el silencio y la belleza son la mejor arma de seducción”. Durante el día jugamos voleibol, comimos y charlamos. Él en todo momento se ponía a mi lado, la verdad es que me agradó mucho todo lo que hizo para llamar mi atención, se notaba que estaba interesado.

Llegó la noche y…

Ya era momento de volver a Caracas, Diego y yo decidimos ir en el mismo auto, nos sentamos juntos y todo iba perfecto hasta que al intentar de encenderlo no funcionó. Posteriormente nos dimos cuenta de que se había quedado la luz encendida y se gastó la batería; como en las películas de terror, éramos los últimos en la playa, no había nadie cerca que nos auxiliara y ya estaba oscuro. Los muchachos empujaban el auto en la arena como podían mientras mis amigas y yo fuimos a la carretera para buscar ayuda. Conseguimos un grupo de señores y les rogamos que nos ayudaran, pero sus esposas pensaron que los íbamos a robar y se fueron, unos trabajadores del restaurante ofrecieron su ayuda, solo así logramos subir a Caracas.


En casa de Francesco…

Como estaba escapada, no podía regresar a mi casa hasta el día siguiente, por eso hicimos un After Beach. Estaba muy cansada y me escapé a la habitación para dormir. Desde la habitación escuché a los muchachos decirle a Diego que me fuera a buscar. Él subió, se sentó en el borde de la cama y me preguntó si quería bajar. Le comenté que estaba cansada, pero él insistía "porque es más divertido contigo", me dijo. Vencido por mi negativa, se acostó detrás de mí y me abrazó. Toda la madrugada estuvimos hablando en esa posición, no dejaba que me durmiera y cuando el sueño me dominaba me hacía cosquillas. Para convencerlo de que me dejara dormir tuve que decirle:

–Por cada hora que yo duerma te daré un número de mi teléfono… –el asintió con la cabeza y sonrió.


Amaneció…

Desperté y él me seguía abrazando... me sentía apenada por dormir con él. No quería que pensara mal, a los minutos se despertó y seguimos hablando durante la mañana. Empezó a arreglar sus cosas para irse, pero antes de marcharse, con un toque risueño, me dice:

–Supongo que dormimos más de ocho horas, creo que me debes algo –sonrió, y yo le anoté mi número de teléfono.

–Espero que no solo lo tengas de adorno –le hice un guiño, y él se fue.


Al llegar a mi casa miraba el celular cada cinco segundos con la esperanza de que Diego me escribiera, confieso que sentía algo de angustia porque podía ser solo algo de una noche. Me rompía el corazón pensarlo, pero no perdía las esperanzas. A las 7 p.m. me llegó un mensaje. Era él.


Desde ese día no dejamos de hablar. Llevamos dos años de relación, creemos en el amor a primera vista y que las cosas, si son para ti, se dan sin forzarlas. Por eso, hoy me siento feliz de ser como Cenicienta, me arriesgué, encontré a mi príncipe azul y todo es un cuento de hadas. Y tú, lectora, lector, ¿cuándo te escaparás a la playa?

Comentarios


bottom of page