Abandonado. Por María Joségh Lara Díaz
- ccomuniacionescrit
- 18 ago 2020
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 24 ago 2020
Ahí está, dejando perder su mirada en el agua, con los puños cerrados dispuestos sobre el comienzo de las piernas. Parece un maniquí, no solo por la posición, también por el traje. Todos los días y en una hora puntual sale a tomar aire fresco. Se le ve estático y pensativo, da la sensación de un alma en pena. La avaricia lo llevó a eso, a disfrutar de su hipotética fortuna siendo ignorado por todas las personas que lo amaban y admiraban. Su familia aún

está decepcionada, muy decepcionada. Su esposa murió del sufrimiento que le causó conocer el verdadero trabajo de su marido. Sus hijos no lo quieren ver ni en pintura, le atribuyen la muerte de su madre y el engaño que manchó para siempre la reputación de su apellido. Él trata de esconderse pero no puede. Tiene prohibido salir de la ciudad.
Nadie pensaría que un doctor de tal nivel se prestaría para eso, traficar ilegalmente órganos de personas fallecidas. Era el mejor cirujano de la ciudad y del país pero eso se derrumbó, como una torre de naipes que es soplada. El futuro no le depara cosas buenas, tendrá que estar al menos veinticinco años cumpliendo cárcel en su lujosa casa. Entonces, lo seguiremos viendo asomado en el balcón de su enorme, pero sola mansión, intentado recuperar dos cosas que probablemente ya no existen en él, el alma y la conciencia.




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